Política
El panorama político francés ha sido sacudido por la reciente condena de Marine Le Pen, líder del partido ultraderechista Agrupación Nacional. La justicia francesa la ha sentenciado a cuatro años de prisión, de los cuales dos serán cumplidos bajo arresto domiciliario con brazalete electrónico, además de imponerle una multa de 100.000 euros y una inhabilitación de cinco años para ejercer cargos públicos. Esta decisión judicial le impide presentarse a las elecciones presidenciales de 2027, alterando significativamente el tablero político del país.
La condena no solo afecta a Le Pen, sino también a otros ocho eurodiputados y 12 asesores de su partido, quienes fueron hallados culpables de desviar casi tres millones de euros destinados al Parlamento Europeo para financiar actividades partidistas. Este escándalo ha generado un sismo político en Francia, debilitando a una de las figuras más prominentes de la oposición y potencialmente beneficiando al partido en el poder, que veía en Le Pen a una fuerte contendiente en las próximas elecciones.
La reacción internacional no se ha hecho esperar. Partidos de ultraderecha en Europa han expresado su apoyo y lamento por la condena, mientras que desde Rusia se han emitido críticas hacia la decisión judicial francesa. Este caso pone de manifiesto las tensiones y divisiones en el espectro político europeo, así como la creciente vigilancia sobre el uso de fondos públicos por parte de los partidos políticos.
