Ciencia

Algo gigantesco se está moviendo dentro de la Tierra… y por fin sabemos qué es

Publicado el: 15 de agosto del 2025 a las 13:16

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Durante décadas, los geocientíficos han detectado señales misteriosas provenientes de las profundidades de la Tierra: ondas sísmicas que viajan de forma extraña, zonas del interior que parecen comportarse de manera distinta al resto, e indicios de que algo enorme se mueve lentamente bajo nuestros pies. Estas anomalías siempre apuntaban hacia una región en particular: la capa D″, situada a unos 2 700 kilómetros de profundidad, justo donde el manto inferior se encuentra con el núcleo externo.

Ahora, un nuevo estudio internacional ha logrado arrojar luz sobre este enigma, y los resultados son tan fascinantes como inquietantes. La clave está en un mineral llamado post-perovskita, una forma cristalina que solo puede existir en condiciones extremas de presión y temperatura, imposibles de recrear de manera natural en la superficie.

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Los investigadores descubrieron que esta capa de post-perovskita no es solo un detalle mineralógico: es un motor oculto que influye en algunos de los procesos más importantes del planeta.

  • Afecta la tectónica de placas: Al modificar la forma en que el calor fluye desde el núcleo hacia el manto, este mineral puede impulsar o frenar el movimiento de las placas tectónicas, lo que determina la formación de montañas, la apertura de océanos y la aparición de terremotos.
  • Modifica las ondas sísmicas: Las señales que viajan a través de esta capa cambian de velocidad y dirección, lo que explica las irregularidades detectadas durante años en los registros de terremotos.
  • Influye en el campo magnético terrestre: La manera en que el calor se transfiere hacia el núcleo externo, donde se genera el campo magnético, está condicionada por esta capa, afectando así el escudo que nos protege de la radiación solar.

Para llegar a estas conclusiones, el equipo de científicos utilizó una combinación de simulaciones computacionales de alta precisión, análisis de datos sísmicos recopilados de todo el mundo y experimentos en laboratorio que replican, a pequeña escala, las condiciones extremas del interior terrestre. Gracias a esta mezcla de técnicas, pudieron “asomarse” a un lugar donde ningún ser humano podrá llegar jamás.

Lo más intrigante es que este hallazgo no solo ayuda a explicar el pasado geológico de nuestro planeta, sino que también podría darnos pistas para el futuro. Si logramos comprender cómo la post-perovskita influye en el flujo de calor y en los movimientos del manto, podríamos predecir con mayor exactitud eventos de gran impacto como supervolcanes, cambios bruscos en el campo magnético o ciclos sísmicos de gran magnitud.

La Tierra, lejos de ser una esfera sólida e inmutable, es un organismo dinámico, con un corazón en constante agitación. Y aunque la mayoría de las personas nunca pensará en lo que sucede a miles de kilómetros bajo sus pies, lo cierto es que cada latido de ese corazón geológico puede cambiar la historia de la vida en la superficie.

Quizás la próxima vez que sientas un temblor, mires un volcán activo o escuches hablar de tormentas solares, recuerdes que todo está conectado… y que bajo nuestros pies, un mineral invisible sigue moviendo los engranajes del planeta.

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